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viernes, 16 de marzo de 2012

Edificio Fuller

En el encuentro de la Calle 23, la Quinta Avenida y Broadway, se halla uno de los iconos neoyorquinos: un rascacielos de ochenta y siete metros de altura, el Edificio Fuller, más conocido como Flatiron.flatiron1.jpg

Un edificio clasicista en su articulación externa, respetuoso la escala de las calles adyacentes y que se eleva libre, destacando su propia singularidad. Una singularidad basada en su distintiva planta triangular, que se aprecia especialmente bien desde la adyacente Madison Square, como si fuera una especie de artefacto para planchar o proa de navío, y que es la que dio pie a su bautizo con ese alias que ha perdurado y ha dado nombre al área del distrito de Manhattan donde se alza.
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Su autor Daniel Hudson Burnham, un arquitecto e ingeniero, fue también autor de obras como la Estación Ferroviaria Union en Washington y algunos de los más importantes rascacielos construidos entre la década de los ochenta y noventa del siglo XIX y los primeros años del siglo XX en Chicago, estructuras que realizó en asociación con John Wellborn Root y que destacaban por el refinamiento y cualidad escultórica con que los arquitectos habían sido capaces de dotarles, tales como como los edificios Monadnock, Rookery y Reliance.


Aquellos primeros rascacielos fueron una de las expresiones arquitectónicas con las que se consolidaba la civilización industrial. El rascacielos es uno más de los artefactos de progreso nacidos del desarrollo tecnológico moderno. Nacieron en Chicago por la conveniencia de concentrar el funcionamiento de la ciudad en el centro

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